Artículo de:
Vicenç Navarro
Cuando
Juan Torres, Alberto Garzón y yo estábamos trabajando en el libro Hay
alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España,
Juan Torres me sugirió que llamara a mi amigo Noam Chomsky para ver si
podría escribir el prólogo. Y así lo hice. Le conté a Noam Chomsky que
el libro intentaba presentar alternativas distintas –en realidad,
opuestas- a las que el establishment financiero, empresarial y político
estaba llevando a cabo en España, políticas que estaban dañando a la
población y que, con la ayuda de los mayores medios de información y
persuasión, poseídos y/o influenciados por tales establishments, estaban
siendo aceptadas como las únicas posibles. España -le conté a Chomsky-
tenía una escasísima diversidad ideológica en sus medios, resultado de
la Transición inmodélica de la dictadura a la democracia que
ocurrió en nuestro país, una transición que modificó, pero no rompió,
con el enorme dominio en la vida política que las fuerzas conservadoras
–la banca y la gran patronal, cohesionadas por la ideología de la
Iglesia católica y defendidas por el Ejército, la policía y la
judicatura- habían tenido durante la dictadura y que (aunque en menor
grado) continuaron teniendo durante el periodo democrático. Como
consecuencia de este enorme poder, había un dominio casi absoluto del
dogma neoliberal –la ideología de la banca y de la gran patronal- en los
mayores medios de información y de persuasión, los cuales promovían el
argumento de que tales políticas de austeridad y reducción salarial eran
necesarias e inevitables. Según tal establishment, no había otra
alternativa.
La realidad, sin embargo, era
muy diferente. Existían políticas públicas alternativas que se habían
experimentado en otros países, o incluso en nuestro propio país en
periodos democráticos anteriores, políticas públicas que eran distintas,
casi opuestas, a las que se estaban realizando. Y podían documentarse y
mostrarse fácilmente, como pretendíamos con este libro. Nuestro
objetivo era denunciar la falsedad de los supuestos que alimentaban las
políticas neoliberales, presentando a la vez alternativas. Era urgente
que a la ciudadanía se le facilitaran los datos objetivos para que, con
esta información, pudieran defenderse, movilizarse y rebelarse frente a
un brutal ataque hacia sus beneficios sociales y laborales por los que
sus antepasados habían luchado y conseguido.
Noam Chomsky lo comprendió
enseguida y me envió el prólogo en unos días. Entendió perfectamente qué
es lo que intentábamos hacer con este libro que titulamos Hay
alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España.
Era y continúa siendo claro que información es poder. Había que dar
información (poder) a la población para que pudiera conocer que hay
alternativas y responder a tanta agresividad, intrínseca en aquellas
políticas neoliberales. De ahí que centró el prólogo a nuestro libro en
el tema que definió como la Guerra de Clases Unilateral, guerra que las
plutocracias –las élites dominantes- están llevando a cabo en muchos
países frente a las clases populares, que son la mayoría de la
población. En España, tal guerra de clases existía en bases diarias, en
que las elites financieras, empresariales (el mundo de las grandes
empresas) y mediáticas y sus instrumentos políticos ganaban cada día tal
lucha. En realidad, tal guerra se estaba acentuando incluso más con el
nuevo gobierno del Partido Popular.
Tal guerra de clases está
escalando rápidamente y expresándose con toda su crudeza estos días, en
la represión a golpe de porra de las manifestaciones en protesta por
tales políticas neoliberales como son, por ejemplo, los recortes de
gasto público en sanidad y en educación. Esta guerra la vimos la semana
pasada en Valencia, donde la policía atacó salvajemente a los
estudiantes que, con razón, se rebelaron frente a los recortes del gasto
público educativo. La policía intento reprimirlos a base de golpes,
alcanzando un nivel de agresividad y hostilidad que era un claro
indicador de cómo la policía veía a tales estudiantes y a sus padres,
que se movilizaron para ayudarles. Como indicó el jefe de la policía,
una persona de claras simpatías fascistas, los veía como los “enemigos”,
los enemigos del orden que sustenta a la plutocracia, una minoría
frente a la gran mayoría de la población. Tal orden no podía tolerar que
se cuestionaran sus políticas.
Las movilizaciones de los estudiantes
¿Y
cuál fue la respuesta de los estudiantes? Con enorme dignidad,
herederos de todas las generaciones que lucharon por la democracia antes
que ellos, respondieron levantando libros como armas, subrayando
“éstas son nuestras armas”. Querían mostrar que el conocimiento de lo
que ocurre en España y de cómo resolver los enormes problemas que tienen
las clases populares, les daba gran poder, permitiéndoles denunciar
aquellas políticas, presentando otras alternativas. ¡Qué bello gesto el
suyo, y cuánta razón tenían! Frente a la fuerza, presentaron la razón.
Frente a la impostura, la verdad silenciada y reprimida. Miles de veces,
durante nuestra historia, las calles de nuestros pueblos y de nuestras
ciudades han visto como esta guerra de clases unilateral se convierte
en bilateral, cuando la población se rebela frente a aquella opresión,
que requiere tal brutalidad para mantenerla. Y los jóvenes estudiantes
en Valencia se rebelaron. Respondieron a aquella agresión, no con armas
de fuego o a base de golpes (“nuestras armas son estos libros” decían),
sino con libros, porque sabían y saben que la razón es más poderosa que
la fuerza física, que la convicción es más eficaz que la represión.
Repito que miles de veces ha
tenido lugar en la historia de España tal confrontación, habiendo
alcanzado su máxima expresión en el famoso grito del General José
Millán-Astray en la Universidad de Salamanca de “abajo la inteligencia,
viva la muerte”. Los sucesores de aquel grito terrorista gobiernan de
nuevo en España, oponiéndose, incluso, a que los monumentos a tal
criminal desaparezcan de nuestro paisaje monumentalista. Pero, como bien
respondió Unamuno, el Rector de tal Universidad, “venceréis porque
tenéis la fuerza, pero no convenceréis”. Y convencer, basados en razón,
es más poderoso que reprimir. Y de ahí la falta de diversidad en los
medios de mayor difusión en España, donde continúa existiendo un orden
oprimente para grandes sectores de nuestra población. El establishment
tiene miedo porque la razón puede llegar a movilizar a millones de
personas. Y los estudiantes de Valencia, más tarde de Madrid y de otras
partes de España, eran conscientes de ello. Un libro puede ser más
poderoso que los miles y miles de policías que golpean “a sus enemigos”.
Esta posibilidad tiene amedrentados a los establishments financieros
económicos, mediáticos y políticos del país. Si a la mayoría de la
población se le presenta información que muestre que, en contra de lo
que se le ha dicho, hay alternativas, alternativas factibles, que
expandirían en lugar de reducir su bienestar y calidad de vida, podría
haber una respuesta organizada y movilizadora, que cuestionaría y
amenazaría su dominio y hegemonía.
Nunca deberemos olvidad que la
historia de España está llena de movilizaciones que fueron exitosas. El
ejemplo más claro son las movilizaciones –dirigidas por el movimiento
obrero- durante el periodo 1974-1978, y que forzaron el fin de la
dictadura. Recordemos lo que deliberadamente se ha olvidado. Franco
murió en la cama, pero la dictadura terminó en la calle, y ello como
resultado de las movilizaciones populares. Y esto es lo que teme más la
estructura del poder. De ahí la brutalidad de la policía frente a unos
jóvenes cuya única arma eran los libros. Los que mandan en el país
saben, son conscientes, de que la movilización popular puede llevar al
traste toda la estructura de beneficios y privilegios que han estado
gozando, y que sus políticas neoliberales intentan promover y defender.
De ahí su enorme represión intelectual e ideológica, con escasísima
diversidad en los medios (que automáticamente excluye a las voces
críticas de tales políticas neoliberales que causan tanto dolor). Y de
ahí su brutal represión en contra de lo que ven como “el enemigo”.
La cultura alternativa a la cultura dominante
Como
era de esperar, las manifestaciones se extendieron por toda España. Y
en la Puerta del Sol de Madrid hubo una gran protesta, en que los
estudiantes agitaban (como ahora está ocurriendo a lo largo del
territorio español) libros contra las porras policiales, exigiendo
libertad de expresión. Y cuál fue mi enorme alegría, cuando entre los
libros que agitaban destacaba Hay alternativas. Juan Torres me envió la
fotografía que aparecía en El País en que en la delantera de la
manifestación estaban los estudiantes frente a la policía enarbolando el
libro. ¡Qué alegría me causó! Esta alegría era en parte debido al
orgullo de ver que había sido útil a aquellos estudiantes, y que lo
evaluaban como un buen instrumento para informar a la ciudadanía y así
darle poder y facilitar su respuesta a lo que mi amigo Noam Chomsky
había definido en el prólogo como “guerra de clases unilateral”. Tenía
que convertirse en bilateral. Y para ello se necesitaba que la
ciudadanía supiera que sí, que en contra de lo que le habían dicho,
había alternativas.
Pero había otro motivo de gran
alegría. Una causa muy importante era que la agitación social de
aquellos estudiantes, utilizando aquel libro, mostraba la existencia de
una cultura alternativa a la dominante. En realidad, el libro Hay
alternativas ha tenido muchas dificultades para salir. La editorial
Aguilar, que se había comprometido a publicarlo, habiéndolo incluso
anunciado en Amazon, lo retiró como consecuencia de presiones políticas y
financieras. Y el libro no ha tenido ninguna otra promoción por parte
de los grandes medios. En realidad, hasta hoy ningún rotativo de gran
difusión lo ha comentado o dado noticia de él. Y, sin embargo, su
difusión ha sido enorme. Mucha gente lo conoce, lo lee y lo distribuye. Y
así salió en las manifestaciones. Ello quiere decir que hay una España
alternativa, a través de la red que moviliza a millones de personas. Y
ahí está la fuente de miedo e inestabilidad que tiene atemorizado al
establishment.
La exigencia democrática
Existe,
pues, una cultura alternativa fuera de los canales altamente
controlados por el establishment. Esto es un hecho evidente. Y el
excelente movimiento 15-M se basa en ello. Y de las demandas de éste y
otros movimientos, incluyendo el sindical (hoy brutalmente atacado),
surgen peticiones concretas, alternativas a las que impone el
establishment. Y la más amenazante para este último es la exigencia de
que cada ciudadano en este país tenga la misma voz y capacidad de
influencia en la gobernanza del país. Ello exigirá enormes cambios, que
van desde el cambio radical de la Ley Electoral (que discrimina
sistemáticamente a las izquierdas) exigiendo que el voto de cada
ciudadano valga lo mismo, a cambios en los sistemas de información y
difusión para garantizar igualdad de oportunidades mediáticas,
incluyendo también la eliminación de la financiación privada (abierta u
oculta) del proceso político y de los partidos, exigiendo también
cambios y la democratización de tales partidos.
Resultado de la enorme
influencia que las derechas tenían, y continúan teniendo sobre el
Estado, la democracia en España es enormemente limitada. Es la menos
proporcional en la UE, y la menos participativa. Es una democracia en la
que los escasamente representativos gobernantes tienen miedo a la
población, habiéndose establecido una enorme distancia entre gobernantes
y gobernados. Esta distancia ha facilitado la captación de los
supuestos representantes de la población –los gobiernos- por los grandes
lobbies financieros y patronales, tanto europeos como españoles, que
hoy gobiernan y dominan nuestro país. Tales minorías están dictando
políticas que favorecen sus intereses a costa de los intereses de la
gran mayoría de la población. Lo que los compañeros indignados de EEUU
(el movimiento Occupy Wall Street) llaman el 1% que gobierna el país –su
vida económica, financiera, mediática y política- también se pueda
aplicar aquí a España. Y todo ello legitimado, argumentando que ellos
son “los que representan al pueblo” que, para mayor ofensa, están
implementando políticas altamente impopulares aduciendo un inexistente
mandato popular, ocultando que, en realidad, la mayoría de la población
no les votó e, incluso entre la mayoría que los votó, tales políticas
–que no estaban en su programa electoral- no son populares.
Las soluciones
Esta
presentación no puede terminar sin algunas observaciones inmediatas. El
libro ofrece alternativas de cómo alcanzar la democracia por la cual
tantas generaciones han luchado en España y que todavía no hemos
alcanzado. Pero hay otra dimensión que creo importante, y que aparece
también en el libro. Y es la necesidad de movilizarse activamente,
convergiendo las distintas sensibilidades hacia, no sólo la defensa de
los derechos sociales y laborales que hoy están siendo recortados
dramáticamente, sino también el desarrollo de nuestra democracia,
enormemente limitada, responsable de que nuestro bienestar sea tan
insuficiente. Esto último no se resolverá sin haber conseguido lo
primero. Y se requiere la convergencia de todas las fuerzas democráticas
en este proyecto. Hay que democratizar nuestras instituciones mal
llamadas democráticas, hay que democratizar los medios de información, y
hay que democratizar la economía. En el libro tocamos todos estos temas
y ofrecemos propuestas específicas.
Y hay que movilizarse para
conseguirlo. Y ahora más que nunca, pues, estamos gobernados por las
derechas de siempre, que ahora gobiernan en mayoría aunque, como acabo
de decir, la mayoría de la población no les ha votado. Se necesita la
movilización de las izquierdas, todas las izquierdas, para evitar que
ganen también en Andalucía y Asturias.
Pero lo más fundamental, no es
el proceso electoral (por muy importante que éste sea, que lo es), sino
la agitación social. Es importante que el 15-M y los movimientos
sociales como los sindicatos, extiendan la agitación social por toda
España y que su radicalidad contagie a los instrumentos tradicionales de
las izquierdas, para que esta España alternativa, que es la real, vaya
convirtiéndose en la España que las fuerzas progresistas hemos deseado.
La mayoría de la población simpatiza con estas demandas, entre las
cuales la democratización del país ocupa un lugar preferente. Espero que
el libro continúe siendo una ayuda para ello.
* Notas basadas en la
presentación del libro “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y
bienestar social en España”, el dia 23 de febrero, en el Auditorio
Marcelino Camacho, de CCOO en Madrid
Vicenç Navarro
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